Fistula Perianal

Una fístula anal se genera de las glándulas anales, localizadas entre las dos capas de los esfínteres anales y que drenan al canal anal.

Si la salida de las glándulas anales resultare bloqueada, se forma un absceso, el cual, eventualmente, protruye a la superficie de la piel perianal.

El drenaje de los abscesos anorrectales resulta en la curación de un 50% de los pacientes. El 50% restante desarrollará una fístula anal.

La fístula, por lo general, se origina de una cripta infectada, es decir, la apertura interna del absceso y se dirige en dirección opuesta, la apertura externa de la fístula.

A menudo se puede predecir el curso de una fístula por las características del absceso que le antecedió.

Síntomas

Los síntomas más frecuentes por los que una persona con fístula anal consulta al médico son el dolor en la zona del ano y la presencia de pus o drenaje de alguna secreción maloliente.

En muchas ocasiones estos individuos han consultado previamente por infecciones de la zona o verdaderos abscesos. O han presentado dolor y secreción de pus durante un tiempo largo, pero no han consultado porque los síntomas eran intermitentes o por pudor.

El dolor es variable en intensidad, pudiendo acentuarse al defecar, al sentarse, o en otras ocasiones al toser o estornudar por el aumento de presión que generan estas situaciones.

Como diferencia de otras patologías de esta región, el dolor generado por abscesos o fisuras suele ser más intenso, a parte de presentar un bulto rojo y duro en el caso de los abscesos.

Se pueden apreciar los orificios externos de la fístula, a veces varios,  por donde expulsa contenido purulento, maloliente, a veces incluso fecaloideo (vómito de material fecal).

Esta secreción habitualmente es causante de irritación de la piel perianal, presentando picor, escozor y enrojecimiento de la zona.

Cuando el médico explora digitalmente la zona anal y rectal puede identificar qué tipo de fístula es atendiendo a la clasificación descrita al inicio (Interesfintéricas, transesfintéricas, supraesfintéricas, extraesfintéricas).

En función de la relación con el esfínter externo e interno, así como estimar la longitud y complejidad del trayecto fistuloso.

Causas

En general, una fístula anal puede estar originada por la presencia de algún tipo de herida, una lesión producida durante una cirugía, una infección o una inflamación.

La obstrucción de una glándula es la situación que más comúnmente se asocia a la formación de fístulas.

La acumulación

De cualquier líquido en una cavidad corporal favorece la aparición de infecciones, de modo que si el producto de secreción de las glándulas anales no encuentra una vía de salida es muy probable que las bacterias entéricas (flora bacteriana que se encuentra en el intestino de los individuos sanos) provoquen en poco tiempo una infección.

En seguida comenzará a producirse y acumularse pus, formándose un absceso (lesión muy localizada, caracterizada por la acumulación de pus en su interior) que por lo común terminará drenando en algún punto del ano. Esta es la causa en aproximadamente el 80-90% de los casos.

Los abscesos

En esta zona pueden formarse también por la infección de una fisura anal (pequeña ruptura en la mucosa que cubre el ano), o una infección transmitida por contacto sexual.

Tratamientos

En función del tipo de fístula, su trayecto, profundidad, etcétera, podrán realizarse distintos tipos de intervención.

  • Fistulotomía: consiste en la apertura y vaciamiento del trayecto fistuloso tratando además de asegurar una cicatrización lo más eficiente y rápida posible.
  • Fistulectomía: este procedimiento implica la extirpación completa del trayecto fistuloso. El inconveniente respecto a la técnica anterior es que da lugar a heridas de mayor tamaño y, por tanto, la cicatrización es más lenta y costosa.
  • Sedal o seton: existen tres variantes de esta técnica en función del objetivo de la intervención.
    • Seton cortante: el objetivo de esta modalidad es la eliminación de la fístula. Se realiza pasando a través de la misma una seda quirúrgica que se aprieta paulatinamente para que la seda seccione el esfínter pero a la vez este tenga suficiente tiempo como para ir cicatrizando.
    • Seton de drenaje: se realiza para drenar el pus o detritus de la fístula; de este modo se evitará la formación de un nuevo absceso. Esta seda será colocada a través de la fístula, y una vez completado el proceso de drenaje permite la reparación quirúrgica ya en ausencia de infección.
    • Seton guía: se coloca de la misma manera que la anterior. Su función es la de mantener permeable el trayecto fistuloso hasta que el paciente pueda ser intervenido de forma definitiva. Este método suele emplearse en pacientes con abscesos perianales de repetición, en los cuales no puede identificarse el punto donde se encontraba el absceso, puesto que no queda secuela del trayecto fistuloso.

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